sábado, 7 de febrero de 2009

Subtes: Linea A (Puán) y Línea B (Pasteur)

Bueno, acá les dejamos unas imágenes más de algunos vagones de los subterráneos de Buenos Aires "finamente" decorados.

Primero un par de vagones de una formación de la línea B, detenido y luego en la partida.


Ahora, un vagón de la línea A ("la más antigua de Sudamérica", según su propio autobombo) en el momento de salida de la estación Puán (recientemente inaugurada).



La mencionada estación Puán tiene en su lado oeste un mural muy impresionante (parte del mismo puede verse en las dos fotografías inmediatamente superiores y totalmente aquí debajo). Impresionante en dos sentidos, primero por el tamaño y luego por el hecho de estar pintado por graffiteros en un medio de transporte que es "víctima de estos vándalos".


Aquí, tanto Metrovías (la empresa concesionaria del subterráneo) como nuestro amigo FFF, nos ponen otra vez en un dilema. Dijimos "mural" para referirnos a esta obra, a pesar que FFF es un graffitero (van un par de graffitis de la zona de Parque Centenario).

Entonces, ¿por qué el dilema?
Desde nuestra definición de graffiti, ¿por qué FFF hace en la estación Puán un "mural" y en la calle Ramos Mejía un "graffiti?
El 23 de mayo decíamos "Se llama graffiti a varias formas de inscripción o pintura, generalmente sobre propiedades, públicas o privadas, pero siempre ajenas, que pueden ser paredes, vehículos, monumentos, puertas, rocas, calles o cualquier otra superficie que se “preste”El énfasis puesto en lo "ajeno" de la superficie en que se realiza el graffiti no es casual, pues así lo separa claramente del "mundo del museo", así un "graffiti" hecho para ser exhibido en una muestra no sería un graffiti en el sentido aquí utilizado. El hecho de la superficie "ajena" pone el acento también en la idea de prohibición o, al menos, de lo no permitido, el centro está en la apropiación del espacio (en general urbano), emparentándolo con una serie mayor de intervenciones artísticas".
Acá está el centro de la cuestión, que un graffitero haga un mural, como en este caso, no convierte al mural en un graffiti (de la misma forma que si un relojero hace ese mural eso no convierte a este en un reloj) .
Así, siguiendo al colombiano Armando Silva Tellez ("La ciudad como comunicación", Diálogos de la Comunicación Edición N.23), el graffiti debe estar acompañado de 7 (siete) valencias:
Valencias Pre operativas:
1) Marginalidad: "la condición del mensaje de no caber en los circuitos oficiales";
2) Anonimato: "necesaria reserva de autoría, por lo cual quien hace el graffiti actúa real o simbólicamente enmascarado";
3) Espontaneidad: "su escritura estará marcada por tal espontaneismo".
Valencias Operativas:
4) Escenecidad: "todas las estrategias para lograr impacto";
5) Velocidad: "mínimo tiempo de elaboración del texto, por razones de seguridad";
6) Precariedad: "bajo costo de los materiales empleados".
Valencias Pos operativas:
7) Fugacidad: "corta vida del grafitti".

Es así que de no cumplirse con estas valencias (todas), cualquier expresión plastica no sería jamás un graffiti. Entonces las pintadas de FFF próximas a Parque Centenario serían graffiti avant la letre, en cambio los de la estación Puán, un mural (no cumple con las condiciones 1, 2, 3, 5, 6 y, tampoco, la 7, es decir sólo la 4, escenicidad).

De todas formas, esto sigue siendo tema de discusión y esperamos contribuir a ello.